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Publicado por en Mar 15, 2021 en Medicina Deportiva | 0 comentarios

La distensión de los músculos de la pierna. Qué Es?

La distensión de los músculos de la pierna. Qué Es?

CAUSAS COMUNES

Una distensión es un grado de rotura de fibras musculares. Las roturas o distensiones de los músculos flexores de la pierna, en especial los de cabeza larga del bíceps femoral, suceden con frecuencia en el atletismo, y en especial en deportes que requieren aceleraciones rápidas o parar bruscamente como el rugby, el fútbol americano, el fútbol y el tenis. Aun cuando pueden ocurrir roturas completas, la mayoría son parciales y suceden en la unión musculotendinosa por un fallo en la elongación del músculo (contracción excéntrica).

El grupo de los músculos flexores de la pierna incluye 3 diferentes: el bíceps femoral, el semitendinoso y el semimembranoso. Estos grupos cruzan dos articulaciones: la cadera y la rodilla. Las lesiones de estos músculos generalmente ocurren en la unión musculotendinosa. De los tres que conforman el grupo, el bíceps femoral es el más propenso a lesionarse. Los factores que predisponen a las distensiones de los flexores de la pierna en el deportista incluyen el calentamiento insuficiente, la fatiga (las distensiones tienden a ocurrir en la última parte del entrenamiento o de competición y al final de la temporada competitiva), la mala coordinación muscular, la basculación pélvica excesiva, la lesión previa de estos músculos, y el desequilibrio en la fuerza muscular entre los músculos flexores de la pierna y el cuádriceps (en el cual, los primeros son los más débiles).

La escasa flexibilidad de los flexores de la cadera y del cuádriceps altera la mecánica lumbopélvica, causando que la pelvis se bascule hacia delante e incremente el grado de lordosis lumbar (la curvatura de la parte baja de la espalda), la cual sitúa una tensión extra sobre los músculos flexores de la pierna. La mala mecánica de la carrera, cuando el deportista se inclina excesivamente hacia delante, causa que el glúteo mayor, el principal extensor de la cadera en el esprint, funcione inadecuadamente. Esta sobrecarga incrementa la longitud de los flexores de la pierna haciéndolos más propensos a la distensión muscular.

La tendinopatía de los flexores de la pierna, una lesión relacionada con la distensión, es una lesión por sobrecarga caracterizada por una fibrosis densa (engrosamiento del entramado fibroso de las fibras musculares), y ocasionalmente, una degeneración hialina en la inserción de estos músculos en el isquion. Difiere de la tendinitis en que la tendinopatía es más una lesión crónica, en la que la fibra muscular comienza a degenerarse y a sufrir cambios estructurales. En las tendinitis, la fibra muscular permanece intacta, pero hay una inflamación local por una lesión aguda. Esta lesión se ve comúnmente en los corredores de media y larga distancia.

DIAGNÓSTICO

El deportista, con frecuencia, es consciente de su lesión al oír o sentir un chasquido en el área de los flexores de la pierna, seguido de un dolor inmediato en la parte posterior del muslo. Lo cual generalmente sucede durante las actividades de esprint.

A menudo se puede palpar un defecto en el área de la lesión. El atleta puede sentir dolor en el foco lesional especialmente justo después de producirse. Un día después, el dolor se hace más difuso y difícil de localizar. El modo más fácil de aislar la zona dolorosa es la palpación (la exploración por la vía del tacto) de los flexores de la pierna cuando el deportista está boca abajo y con la rodilla flexionada. La flexión de la rodilla contra resistencia generalmente produce molestias en el área de la lesión. Especialmente en las distensiones más severas puede aparecer una masa en la parte posterior del muslo proximal. Funcionalmente, si un atleta con lesión de los flexores de la pierna intenta correr, acotará la longitud de la zancada para reducir el dolor. Las distensiones de grado III, que implican la rotura completa de la unidad musculotendinosa y causan déficit funcional severo y debilidad significativa, con frecuencia suceden en el origen de estos músculos en el isquion y pueden incluso acompañarse de una fractura.

Realizar un test de compresión para eliminar la posibilidad de lesión neural como causa del dolor en la parte posterior del muslo. Para realizarlo, pedir el deportista que mientras esté sentado extienda cada pierna individualmente. A continuación, pedirle que baje la barbilla al pecho y repita las extensiones. Si el dolor se exacerba en el lado implicado cuando la pierna se extiende, con la barbilla hundida al pecho, el test es positivo y significa que hay un problema nervioso. Algunos deportistas sufren lesiones de los flexores de la pierna, relacionadas con la espalda, en cuyo caso la aparición del dolor es más gradual. En tales casos, la resonancia revela que no hay lesión sobre estos músculos. Las lesiones a nivel L5 / S1 y la hipertrofia del ligamento lumbosacro suelen ser la causa más común es los deportistas mayores. Éstas provocan la irritación de la raíz nerviosa L5 / S1, condicionado una incidencia mayor de lesiones de los flexores de la pierna y de la pantorrilla en los deportistas mayores de 30 años. El diagnóstico de las lesiones de los flexores de la pierna se hace obteniendo los detalles de la causa de la lesión, relatados por el deportista, y mediante la exploración física. Inicialmente, el lesionado tendrá más dolor tanto con los estiramientos pasivos como con la contracción contra resistencia de los flexores de la pierna. Con frecuencia aparece un área dolorosa y un defecto palpable de la fascia o el hundimiento en el músculo a nivel de la rotura. Puede detectarse una hemorragia por debajo del punto de la rotura que puede ser impresionante y muy amplia. En casos en que se sospeche una rotura completa del músculo en su tendón proximal, la resonancia de muslo clarificará definitivamente la extensión de la lesión y ayudará a determinar el tratamiento. La resonancia es extremadamente útil para localizar y detallar la extensión lesional, así como también para hacer un propósito y ayudar a determinar la buena disposición para volver a jugar. La radiografía es sólo útil para diagnosticar lesiones por avulsión ósea de la tuberosidad isquiática. La ecografía puede ser válida para identificar la localización y extensión de la lesión muscular.

En las tendinopatías de los flexores de la pierna el nervio ciático puede quedar atrapado. Si esto sucede, los deportistas a menudo notan dolor al sentarse, dolor profundo en las nalgas o en la parte posterior del muslo tras correr a velocidad más rápida. Si el nervio ciático no está comprimido, por lo general no habrá dolor referido en el músculo, sólo molestias locales. La presión directa sobre la lesión, como al estar sentado, incrementa los síntomas debido a la compresión de los nervios y otras estructuras locales. La resonancia es útil para la localización y para mostrar la extensión de la lesión.

TRATAMIENTO

La aproximación al tratamiento de las distensiones de los músculos flexores de la pierna o sus tendinopatías se hace en varias fases. En la primera, la meta es disminuir la cantidad de hemorragia local, la inflamación y el dolor. Los antiinflamatorios no esteroideos pueden ayudar a limitar la inflamación y permiten una rehabilitación precoz; éstos deberían utilizarse solamente durante 3 a 7 días después de la lesión, ya que pueden retrasar la regeneración muscular e interferir con la curación.

Durante la primera fase del tratamiento, los cuidados conservadores de las distensiones de los flexores de la pierna siguen las normas de la mayoría de las lesiones de los tejidos blandos. Comenzar con hielo y ligera compresión con un vendaje tan pronto como sea posible. El músculo lesionado ha de protegerse para limitar su movimiento en cuestas, rampas, escaleras y superficies que no sean homogéneas. El uso de un bastón o de muletas debería ayudar a reducir la carga de peso, pero mantener la pierna flexionada al nivel de la rodilla y sin apoyar en el suelo con las muletas puede agravar la lesión. Se aconseja una marcha con el pie plano con dispositivos de asistencia hasta que el deportista camine libre de dolor. Si se dispone de terapia de rehabilitación formal, el uso de estimuladores eléctricos y hielo puede acelerar la curación.

Alrededor de 7 a 8 días después de la lesión comienza la segunda fase. La mayoría de los expertos añaden estimulación eléctrica, rango de movilidad pasiva, liberación miofascial y ejercicios isométricos, que ya pueden introducirse en este punto. El deportista ha de trabajar sobre diferentes posiciones de la cadera y de la rodilla durante la contracción. También ha mostrado ser útil el estiramiento de los flexores de la pierna mientras se mantiene una basculación pélvica anterior, y mantenido durante 20 segundos. La terapia de ultrasonidos pulsátiles con masaje puede reducir la inflamación y estimular la rehabilitación. Una vez que el atleta haya recuperado el control voluntario del músculo puede comenzar un estiramiento suave.

Cuando el deportista ha conseguido un 75% al 80% del rango de movimiento normal, tiene que comenzar con técnicas de estiramiento de resistencia, tales como ejercicios isométricos de contracción-relajación, estiramientos aislados activos y facilitación neuromuscular propioceptiva (FNP). El fortalecimiento inicial mediante ejercicios resistidos concéntricos (contracciones de acortamiento del músculo), tanto isocinéticos (velocidad constante) como isotónicos (peso constante), se prefieren a los de resistencia excéntrica (contracciones de alargamiento del músculo), ya que determinan menor riesgo de volver a lesionarse. La natación y el ciclismo sobre bicicleta estática se pueden añadir en este tiempo si el dolor lo permite. Todos los ejercicios deben ser realizados dentro de un rango de movimiento sin dolor.

La tercera fase es la de remodelado y ocurre, en cualquier localización, entre 1 a 6 semanas después de la lesión inicial. Los estiramientos estáticos libre de dolor de los flexores de la pierna, del psoas y del cuádriceps, continúan siendo importantes para el programa de rehabilitación. También se inicial el fortalecimiento excéntrico isocinético y la facilitación neuromuscular propioceptiva. Algunos de los ejercicios de estiramiento y fortalecimiento deben incluir las rotaciones de cadera. Esto es importante debido a que muchos movimientos en deporte, tales como pivotar, parar bruscamente, o cambiar de dirección, implican la torsión y extensión de la cadera tanto interna como externa, lo cual sitúa estrés sobre los flexores de la pierna.

En la fase final del tratamiento, la meta es que el deportista regrese a su actividad deportiva. Esta fase incluye actividades específicas de su deporte, enfatizando el incremento de la fuerza y la flexibilidad de los flexores de la pierna hasta alcanzar los niveles previos a la lesión o mejores. El deportista progresa desde el trote hasta el esprint; ha de realizar actividades de paradas bruscas y de pivote, así como ejercicios que incorporen aceleraciones rápidas y deceleraciones.

Otros métodos de tratamiento beneficiosos para las distensiones de los flexores de la pierna incluyen los ultrasonidos (en la parte final del tratamiento), el masaje transverso profundo y la neuromovilización. La acupuntura también ayuda y puede usarse desde el primer momento en que se produce la lesión y durante todo el programa de rehabilitación.

En los deportistas con roturas tendinosas completas (en su parte proximal de los flexores de la pierna) con déficit de fuerza y persistente a pesar del tratamiento conservador, se ha empleado la reparación quirúrgica y la rehabilitación consiguiente para poder restablecer la fuerza prácticamente por completo y facilitar su retorno a las actividades del deporte.

VUELTA A LA ACCIÓN

En la distensión de los flexores de la pierna y la tendinopatía está previsto que el deportista vuelva a jugar cuando sea capaz de participar en las actividades específicas de su deporte libre de dolor. Algunos profesionales abogan por su retorno cuando las pruebas isocinéticas revelen que la fuerza de la pierna lesionada esté dentro del 10 por ciento de la sana con igual flexibilidad y resistencia en velocidades lentas y rápidas. Para prevenir la recurrencia de la lesión, el atleta debe continuar con el estiramiento y fortalecimiento regular, y siempre calentar adecuadamente. La completa confianza en los flexores de la pierna, junto con la flexibilidad de la musculatura de la cintura pélvica y el fortalecimiento equilibrado del cuádriceps y flexores de la pierna, ayudarán a prevenir que se lesionen de nuevo.

Uno de los mayores riesgos de distensión de los flexores de la pierna es haber sufrido una distensión previa, lo que hace necesaria su rehabilitación completa y continuada. La recuperación puede conseguirse tan pronto como en 1 semana, o tardar 6 semanas o más en función del grado de la lesión.

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