TODOS LOS NUTRIENTES ENGORDAN POR IGUAL?
Pues la respuesta es que por supuesto No. Un gramo de proteínas produce cuatro calorías; un gramo de grasa produce nueve calorías; y un gramo de hidratos de carbono, cuatro calorías. Y un gramo de alcohol 7 calorías. Esta es la razón por la que los primeros alimentos que se aconseja restringir cuando se inicia un plan de adelgazamiento son aquellos más grasos: es obvio que las grasas engordan más que los otros nutrientes. Y este mayor aporte calórico es también el que explica por qué el organismo almacena energía en forma de grasa, ya que la misma cantidad concentra el doble de energía. Por cada 9.000 calorías no utilizadas (esto es, no quemadas mediante las actividades cotidianas, la práctica de ejercicio, etc.), se genera un kilo de grasa acumulada en el organismo.
DISTINTAS MANERAS DE PROCESARSE
La forma en la que el organismo procesa las sustancias procedentes de estos tres nutrientes también es distinta: la capacidad de almacenar los azúcares, procedentes de los carbohidratos, en forma de glucosa es ilimitada, y lo mismo ocurre con las proteínas. Sin embargo, cuando se trata de los depósitos de grasa, la situación es distinta: estos se expanden con facilidad para almacenar, a modo de reserva, cantidades superiores a las necesidades. Teniendo en cuenta que aquellos alimentos que no se consumen como energía (no se queman) se almacenan, se puede decir que la grasa es la principal fuente de almacén y, por tanto, da origen al sobrepeso y a la obesidad.
CÓMO ACTÚAN EN EL ADELGAZAMIENTO
Un grupo de expertos norteamericanos realizó una curiosa investigación sobre el tipo de adelgazamiento que producen las dietas ricas en grasa frente a las que contienen más hidratos de carbono que grasas. Así, comprobaron que las personas con sobrepeso que seguían una dieta de 800 calorías diarias, perdían unos 460 g si no se reducía el porcentaje de grasas en la alimentación. En el caso de una dieta pobre en grasas con más hidratos de carbono, estas personas perdían solo 280 g diarios, formados en un 80% de grasas y un 20% de agua. Por el contrario, en la dieta más rica en grasas, la relación era inversa: hasta el 70% de lo perdido era agua y solo un 30% eran grasas y, además, el peso se recuperaba con más facilidad.
Por último, no hay que olvidar que el arma más importante para movilizar el exceso de grasa almacenada y combatir el sobrepeso es el ejercicio físico, puesto que el organismo no solo necesita calorías para desarrollar actividades, sino que también la producción y mantenimiento de músculos, tendones, ligamentos, articulaciones y capilares implican una energía enorme.
AGUA: QUE NO FALTE El agua es fundamental para hidratar el organismo y, además, es una estupenda aliada de la dieta en el sentido de que ejerce un intenso efecto saciante que ayuda a calmar el hambre. Pero, además, un grupo de investigadores alemanes pertenecientes a la clínica Franz-Volhard, de Berlín, han demostrado que el líquido elemento puede tener más repercusiones en el proceso de pérdida de peso. Los autores del estudio sometieron a un total de 14 personas a la ingesta de agua bajo estricto control científico, comprobando que a los 10 minutos de beber medio litro, los índices metabólicos de estas personas reflejaron un aumento en la quema de calorías que alcanzó un nivel máximo del 30% a los 30-40 minutos, comenzando luego a descender hasta alcanzar el nivel normal al cabo de varias horas. En vista de estos resultados, los especialistas concluyeron que si una persona aumentara su consumo de agua en 1,5 litros, al cabo de un año habría quemado unas 17.400 calorías suplementarias, lo que supondría la pérdida de dos kilos, aproximadamente. |
VARIEDAD EN SU JUSTA MEDIDA Tan “peligrosas” en el sentido de sumar calorías al cómputo diario pueden ser las dietas excesivamente variadas como las muy restrictivas. Según una investigación realizada en la Universidad de Tufts (EE.UU.), cuanta más variedad de alimentos se tiene entre los que escoger, más grasas y calorías se consumen. Los expertos lo denominaron “síndrome del bufé” y se puede resumir en la siguiente máxima: a más oferta alimentaria, la comida entra por los ojos y se consume, aun sin tener hambre. |