LA FRÁCTURA FEMORAL POR ESTRÉS
CAUSAS COMUNES
Las fracturas del cuello del fémur suponen sólo del 1 al 10 por ciento de todas las fracturas por estrés de las extremidades inferiores, siendo las de la diáfisis incluso menos comunes. Las fracturas por estrés pueden ocurrir en cualquier zona del tercio medio de la diáfisis femoral, pero son más comunes en la unión proximal y media. El fémur se arquea anterolateralmente en este punto; y es también el lugar de origen del vasto medio y punto de inserción del grupo de los músculos aductores. Las causas de las fracturas por estrés del cuello femoral no están claras, pero parece que tienen un importante papel influencias biomecánicas, hormonales y alteraciones en el contenido mineral óseo. Generalmente, los deportistas implicados en actividades de resistencia, tales como las carreras y el fútbol, sufren estas lesiones. Los factores de riesgo para el desarrollo de las fracturas de estrés de la diáfisis y del cuello femoral incluyen el incremento del kilometraje, la intensidad o la frecuencia del número de carreras. También pueden estar implicados una nueva superficie de carrera o un nuevo calzado, así como el descenso en la densidad mineral ósea, las diáfisis femorales cortas y delgadas, el mal alineamiento, la diferencia de longitud de las piernas, la debilidad de los músculos de las extremidades inferiores, las personas con sobrepeso y las mujeres amenorreicas (Brunet y Hontas 1994; Provencher, Baldwin, Gorman, Gould y Shin 2004). La coxa vara (deformidad de la cadera) es un factor de riesgo en el desarrollo de una fractura por estrés del cuello femoral.
DIAGNÓSTICO
Debido al elevado porcentaje de complicaciones asociadas a las fracturas del cuello femoral (necrosis avascular, desplazamiento de la fractura, mala o nula consolidación), es precisa la precocidad del diagnóstico. Los deportistas con fracturas por estrés de cuello femoral generalmente experimentan dolor en la ingle o cadera. Aquellos con fractura por estrés en la diáfisis femoral pueden experimentar dolor en el muslo o rodilla, lo que disminuye con el descanso y se incrementa con la actividad.
El examen físico de las fracturas femorales es habitualmente inexpresivo. El dolor puede notarse en el área, pero usualmente es difícil de delimitar debido a que el músculo lo cubre. En el caso de la diáfisis se diagnostican utilizando varias maniobras clínicas (la prueba del fulcro, el test del puño o la del salto sobre una sola pierna), pero lo mejor es sospechar su presencia. Las del cuello femoral causan dolor y limitación del movimiento con el salto, la rotación interna de la cadera, la flexión y la extensión de cadera contra resistencia.
Las radiografías no suelen revelar la línea de fractura precozmente, ésta puede no ser visible radiográficamente hasta que comienzan los procesos de reparación (entre 2 a 12 semanas después del dolor inicial) y la formación del callo de fractura. En este momento es cuando la línea de fractura se revela con nitidez. El escáner con isótopos radiactivos la puede detectar de inmediato, lo que se ha considerado como la técnica de elección para la detección precoz de las fracturas por estrés.
TRATAMIENTO
Las fracturas del cuello del fémur por compresión sobre el lado medial son consideradas las más estables y pueden ser manejadas de forma conservadora. Los deportistas han de utilizar muletas para evitar el apoyo del peso sobre la extremidad. La radiografía ayuda a monitorizar la curación. Las fracturas de cuello de fémur de la zona de tensión (externo-lateral) tienen un elevado porcentaje de desplazamiento y se recomienda su fijación interna con cirugía; en la que, con frecuencia, se requiere colocar agujas para estabilizar los fragmentos. En alguna de estas fracturas por estrés sin desplazamiento se tienen buenos resultados con reposo estricto en cama y control semanal radiológico. Los atletas con fracturas por estrés que no estén bien alineadas deberían enviarse al traumatólogo para su reducción y fijación.
Con una fractura por estrés de la diáfisis femoral en la cara interna (medial), el deportista utilizará muletas durante 1 a 4 semanas, según muestre el avance de su curación (a través de la radiografía) y si no siente dolor al caminar. En las fracturas del lado lateral externo (tensión) sin cirugía, no se permitirá apoyar el peso durante un mínimo de 6 a 8 semanas.
VUELTA A LA ACCIÓN
El lesionado puede correr, generalmente entre las 8 y 16 semanas después de la desaparición del dolor. Durante 3 meses es recomendable hacer radiografías mensuales para asegurar la curación y que no haya presente ningún desplazamiento. Debería determinarse, antes de que el atleta reasuma el entrenamiento, la causa de la fractura por estrés. Las deportistas amenorreicas han de realizar pruebas de densidad ósea y tratarse la amenorrea antes de volver a su deporte. Los errores de entrenamiento han de corregirse, previniendo el rápido incremento de kilometraje y velocidad en el entrenamiento. Antes de que el deportista vuelva a correr, debe estar libre de dolor durante una actividad intensa completa, como ciclismo, natación o correr en el agua.
Los competidores deben limitarse a hacer de 5 a 8 kilómetros durante la primera a la tercera semana. Si éstos permanecen libres de dolor, podrán incrementar la distancia gradualmente a la mitad de su distancia normal, durante las siguientes 2 semanas. Si los síntomas vuelven, el deportista debería parar y volver a la actividad previa sin dolor (por ejemplo, si correr la causa dolor, éste debe volver a la bicicleta o a nadar).